domingo, 29 de diciembre de 2013

El caballero se reencuentra con su amor

Finalmente llega el caballero
a la entrada de ese alejado pueblo.
No hay alma alguna, está seguro, pero
él sabe que ni un habitante ha muerto.

Logra confirmar su suposición
Cuando ve dos parejas besándose
bajo los árboles perdura amor
su sombra cobija a dos arcángeles.

Detienéndose un momento a pensar
en su bella amada y sus ojos claros,
aquellos que con pura honestidad
prometen esperararlo hasta el ocaso.

Y así, acto seguido del caballero,
la toma de las manos suavemente
para poder jurarle amor eterno
protección y paz a su pueblo entero.

El caballero y la tentación rechazada

El caballero en su travesía,
a otra doncella logró enamorar.
Sin embargo tuvo que rechazarla,
pues su verdadero amor lo esperará.

Allá donde no se puede divisar,
el más remoto castillo o ciudad,
yace en un pueblo remoto la morada
de su reina, en el más bello altar.

Él sabe cómo es, cómo encantarla,
lo que ama y lo que detesta.
Sus cabellos son dorados,
Sus ojos, más bellos que el mar.

Ella sabe quién es él, lo que lucha
por preservar la paz y la bondad.
Lo mucho que disfrutan estando
juntos vagando sin cesar.

sábado, 14 de diciembre de 2013

El caballero y su romance perdido

El corcel está cansado,
se encontraba casi listo.
El corcel, bien agotado
para retomar la travesía.

Deciden parar un rato,
se baja del fiel caballo.
Le dijo al corcel plateado
quedate aquí, único aliado.

Armó así un pequeño fuego,
pudo calentarse y algo
comer: carne cazada antes
de un ciervo algo distraído.

Apagada ya la llama,
y cubierto con las pieles
de aquel ciervo, usó de mata
para que no se congele.

Es que el frío en la pradera,
suele ser muy traicionero.
Parecería mentira,
que hayan muerto varios fieles.

Esa gente que lo sigue
por defenderla sin más
que un gesto que se decide
al mostrarse más que alegre.



Súbito y sin aviso,
a lo lejos, o muy cerca,
logró escuchar un sonido
que le estremeció las piernas.

Despacito, se oyen pasos,
que provienen de las sierras,
paso débil, de una hembra
que fue herida  por la hiedra.

¿Era ella, su doncella?
Tan golpeada, tan maltrecha.
Irreconocible es ella
casi muerta, su plebella.

Ella le pide su abrigo,
eso que era un bicho bueno
que fue reducido a nada,
por la fuerza de su espada.

Y la destreza de su alma,
que sirve para el combate,
lo ayudó un poco a entablar
una charla y un debate.

Fue así como fue iniciado,
un dilema sin igual.
La doncella y él, su amado,
Pudieron juntos estar.

De repente las palabras
sonaron en su cabeza.
Esas lindas, dulces letras.
Juntas son pura belleza.

Ella le confesó más
que lo que él quería oír;
que lo amaba locamente
pero así también al vil.

A él, justo a él, ¡pecado!
El más malvado individuo
ha triunfado, traicionado
el amor con lo maligno.

Él perplejo, no entendía,
cómo había eso pasado,
cómo pudo, no debía,
cómo ella lo había cambiado.

Caballero confundido,
su romance se ha perdido.
La doncella lo ha fundido,
con su tirano enemigo.

jueves, 12 de diciembre de 2013

Los ojos de la doncella y el sueño del caballero

El caballero, ya en su lecho con ella,
nota sin hacer mucho esfuerzo.
Lo verde que son las esmeraldas
que lo miran desde un costado.

Son como un prado lleno de vegetación
en el que podría estar acostado por horas.
Son mejores que las maravillas del mundo,
perfectos a su forma y único modo.

Ambos dos, mirándose en silencio.
Él, la tierra, y ella, el pasto.
Él el fuego, y ella, el agua.
Él la voz, y ella, el canto.

Deciden enroscarse nuevamente,
abandonarse a la lujuria y el placer.
Sin embargo en ellos es distinto,
pues hay algo que comienza a florecer.

Una espina en el corazón,
un sentimiento raro, pero sin dolor.
Un mar de pensamientos contrariados,
bizarros a veces, y otras, extraños.

En el medio de la noche,
se despierta jadeante.
Pues él soñó que la doncella,
sufría de manera incesante.

Fue así como entonces,
consulto a su hechicero amigo.
Quien le recomendó como otras veces,
consultar al oráculo del pueblo contiguo.

Y en ese mar de incertidumbre,
como tifón que golpea cual herrumbre
que ingresa al torrente sanguíneo
luego de ser cortado por la espada del enemigo,

El caballero se levanta, se despide,
se coloca su armadura, se desvive
por salir a resolver la intriga
montando a caballo por más de un día.

No hubo peligros fuera de su mente,
pero su corazón a veces le sacaba lo inteligente.
¿Por qué es que quiere conseguir
la explicación de ese sueño tan vil?

Por suerte no ocurrieron más conflictos,
los pueblos ya se encontraban tranquilos.
Llegó a su destino, y sin pensarlo más,
corrió a la casa de su amigo Haggad.

El caballero y la doncella con la piel a ser bronceada

Que le queda bien el rojo,
le dijo una vez con congojo.
Pero ella, ella es de otro mundo,
A ella le queda bien la piel sobre el cuerpo.

Tiene una piel hermosa. Suave, blanca como la leche.
Tocarla le eriza la piel, lo paraliza y lo estremece.
Las montañas que tiene su cuerpo ya hablarán,
y de las 4 estaciones, seguramente que historias contaran.

La piel blanca y a la vez bronceada, cual ying yang
que tiene las dos alternativas y cambia sin cambiar.
La piel dulc,e cual néctar de la más fina miel de abeja,
que con su aroma tibio te acerca y asimismo te aleja.

Recorrerla lentamente, cual libro a ser estudiado.
Como esa flor, cuyos pétalos recién han asomado.
Como las cuerdas de una guitarra, prontas a estrenarse,
como cuerdas vocales que resuenan cuando dejan de tocarse. 

El paño de pálida seda, cuyo perfume atrapa
pero no envenena. Como la primera etapa
en una carrera contra la muerte te deja
él esforzándose a cada paso, y ella haciendo una mueca.

Una expresión de suave perplejidad incompleta
un grito en la oscuridad total e inmensa.
Un anhelo de un sueño insatisfecho,
como pompa de jabón en cuarto sin lecho.

No sé qué haría sin ese trozo de seda en su recuerdo.
sobrenatural, intocable y profundo.
Podría besarla día y noche, durante años sin remordimiento.
Podría vivir mirándola en todo momento.

Finalmente le comenta, el calor que ella padece.
Mientras él responde, mientras su cuerpo se estremece.
Que se despoje de sus vestimentas, que atrapan.
Ese vestido que tan bien exhibía cuando en el lago se bañaban.