domingo, 11 de enero de 2015

La terraza de los recuerdos

Aquella terraza gris pero alegre,
en la que estuve hace tiempo,
se consumió por el fuego
así como hace no mucho lo hizo tu cuerpo.

Aquel verde manto
situado en el Parque de la Memoria
fue transitado por nosotros
para que en el agua
te encuentres con Alfonsina y reescribas la historia.

Porque sé que dejaste todo
y te sacrificaste para empezar de nuevo,
para alejarte del mal
y de alguien que tendría que haber ido preso
(o al menos dejen que siga creyendo eso).

Más vale tarde que nunca, aunque duela

Parece que fuera ayer
que me enteré de la terrible noticia:
"La abuela tiene cáncer,
y parece estar avanzado".

Más allá de aquel comunicado,
que de poca cosa no tuvo nada,
me dolió en el alma la demora:
Tardaron horrores en avisarme.

Y mientras viajo en estet tren frío,
la duda y la pena envuelven mi alma:
Aquellas vías oxidadas
parecen haber sido empapadas
por todas las lágrimas derramadas.

Incluso a veces las ganas se iban
de comer, dormir, estudiar, trabajar, o vivir:
Tanto me arrepiento del poco tiempo compartido,
Que desearía revivirte para remediar lo perdido.

Tesorera de momentos y sabores

En mis sueños
seguís tan alegre y viva
como cuando nos llaamabas "tesoro",
y seguís organizando esos almuerzos
que podrían alimentar a pelotones hambrientos.

La realidad dista mucho de eso,
pero guardamos en nosotros varios
recuerdos alegres de lo  vivenciado:
Tus enseñanzas perdurararán por años

Porque nosotros nos empecinaremos
en transmitirlas a través de los siglos
a nuestros colegas, familiares, y amigos.
Y por más que duela, siempre estará tu recuerdo vivo.

En mis sueños
todavía te voy a visitar con mi hija
y comemos pasta con ensalada,
deleitándonos con tu arte culinaria.

sábado, 10 de enero de 2015

Reina del eterno marfil

Hace cinco meses tu alma nos ha dejado.
Reina de los siete mares,
garante de nietos caprichosos:
Tu legado en nosotros vive;
desde tus retos hasta tus antojos.

Nos agarrabas fuerte la mano
al cruzar cualquier sendero:
Sin importar si era el puente de un lago
o aquel que parecía separar un gran prado.

Ya muy debilitada en el lecho del sacerdote
te encontré y dormí a tu lado.
Mientras tanto las hermanas franciscanas,
con paños fríos tu dolor calmaban.

Sin embargo todos sabíamos
que no había mucho más por hacer.
Solamente que te sientas cómoda,
mientras eras carcomida, adolenciendo en paz.

La partida era inevitable,
ni el mejor boticario encontró la cura.
Y así te fuiste hecha polvo en un río,
mientras te despedimos con algo de culpa.

Tu ausencia es cada vez más palpable,
los golpes nos tocan en esta vida dura.
Y cada uno de nosotros con brío,
trataremos de no olvidarte nunca.