Ya que estamos separados
puedo decir sin cansancio,
que no fueron muchas veces
las que tú me has escuchado.
Yo te vivía repitiendo
que escucharas lo que pienso,
ya que todos lo sabían:
no te importo, ni qué siento.
Así que lo sucedido,
de por sí inevitable,
no era más que un recorrido:
dividir lo inseparable.
Por ahora el encontrarnos,
el dolor, ya insoportable.
Y aunque estemos más tranquilos,
es el experimentable.
Y en el colectivo pienso
el daño que hemos causado,
sobre todo a nuestra hija:
ella sufrió todo en vano.
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