El caballero ve pasar
el carruaje de su doncella
y no puede evitar derramar
algunas lágrimas por ella.
Con algo de pena recuerda
los buenos momentos pasados
cuando los reinos estaban en tregua
y ellos paseaban sin cesar por los prados.
Algunos días se pregunta
cómo fue que huyó de su lado;
jamás descifró qué peste inmunda
logró sacarla de su lado.
Como si no fuera poco,
se pone a razonar sobre todo:
Cómo casi se vuelve loco,
perdiendo el derecho al trono.
El caballero recuerda sin paz
lo que no fue, mas pudo haber sido
el comienzo de algo hermoso
que brindaría alegría al castillo.
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