Luego de regresar de una batalla
en la que peleó con toda su fuerza,
el caballero sola a su doncella halla
y se da cuenta que no hay esperanza.
Tal vez ella pensaba que estaba ofuscado,
obnubilado por tanta belleza y bondad.
Sin embargo lo que él había buscado
era algo de amor y mucho más.
Es por eso que al retornar de Azeroth
y decirle lo sucedido a su único amor,
se quedó perplejo por lo que había oído,
por lo que ellá pronunció con su voz.
Ella no quería nada más, ni nada menos,
que una amistad plana y simple;
pues para ellos, que no son plebeyos,
algo como lo que querían no existe.
El caballero, dolido y en parte traicionado,
trata de comprender lo que ella sostiene;
mientras su mente y su ser, algo nublado,
tratan de entender la relación que viene.
Es por eso que al volver de Nimrod,
un reino más allá de Azengard,
con toda su paciencia y bondad
logra comprender lo que le esperará.
Ella no precisaba de su amor, ni sus caricias,
solamente de un oído para escuchar;
mientras él eternamente le suplica
que puede amarla y mucho más.
Él pensaba que algo bello iniciaba,
entre dos personas sin igual;
pero se vio entre la pared y la espada,
cuando ella no le pidió nada más.
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