Sentada, cabizbaja, pensante,
está sumida en la oscuridad;
pese a irradiar luz como nadie
en este mundo sin identidad.
No hay alegría en su rostro,
ni agua que surque su piel.
Pero su alma está por tocar fondo
y sus labios ya no saben a miel.
Y así sigue su mente,
divagando en el más alla .
Sin facciones que invente,
ni mostrando cómo su plan falla.
Y ahora sí se levanta,
destrozada, desalmada y acongojada.
Decidida a afrontar su karma
para librarse y no estar tan apenada.
Y así se va demostrando
que las apariencias engañan:
Pues su alma pura y su cuerpo agraciado
no serán lo que fue ayer, mañana.
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