La angustia penetra el alma
dejando todo adentro vacío
cual gélida puñalada sin calma
después de reaccionar de modo tardío.
Ese abrazo, fría companía,
quedará grabado en demasía.
Tan necesaria es su dulce agonía
por no haber confesado lo que sentía.
Y aquella lágrima, tibia pero también fría,
recorre bajando los alpes de mi rostro
arrepentido de no haber rozado
Esos labios tan lindos y carnosos.
Y aquella sonrisa y esos verdes ojos,
han de grabarse en lo profundo de mi ser.
Mas no te preocupes, no podré olvidarte,
pues día y noche habré de soñarte.
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