Leo lo que escribo
y no me reconozco
hacía mucho tiempo
que la razón
era vencida por el corazón.
Pero llegaste vos,
ahí estabas oculta,
desde el día que nos vimos
mi corazón vislumbra
tus ojos, abrazos y mimos.
Y nos conocimos más y más,
poco a poco me fuiste gustando
del todo; así fue como abandoné
la cabeza y me entregué a tu amor.
Y la pasión
le ganó a la razón;
arremetió el corazón
con ganas de sentirse vivo.
Es la pasión
aquella que traicionó
hasta al científico
más galardonado.
Pues cuando se ama
sin sentido ni razón
todo puede ser
mucho, más, y mejor.
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