Allí ella está
sentada esperando,
sin esperar nada en particular.
Sola, o sola no está,
pues la soledad la acompañará.
Y así, sin más vueltas que darle
él se propone encontrarte,
mientras yo me encuentro a tu lado
sin atreverme a besarte.
Él tiene algo que no poseo:
poca fuerza de voluntad,
pero yo así arrimo
mientras te encuentras un tanto ida
haciéndome el tonto logro besarte.
¿Hacia dónde nos llevan
esos caminos desparejamente encontrados?
Nadie lo supo, sabe ni sabrá,
ya que está en los individuos el poder dilucidar
hacia qué puerto los lleva el afecto.
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